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El bloc del cartero

Recriminaciones

Lorenzo Silva

Viernes, 24 de Octubre 2025, 10:13h

Tiempo de lectura: 9 min

Por alguna razón que convendría analizar, es uno de los verbos más conjugados en nuestros días. Recriminar se ha convertido en un ejercicio constante que todos se dan ya a practicar contra todos. La recriminación está en la base de los conflictos más atroces, esos que se saldan con violencia y entierros a cientos o miles. Hay siempre algo de lo que el enemigo es culpable y que exonera de responsabilidad sobre su exterminio, su maltrato y el ensañamiento al practicarlos. Quien liquida, secuestra, bombardea siempre comparece para alegar que no tiene otro remedio: el liquidado, secuestrado o bombardeado lo provocó. Y la recriminación se extiende no sólo a los otros, sino a los propios: el vecino, los mayores, los jóvenes, los que piensan distinto tienen la culpa de mis males. Mal camino hacia su remedio.

LAS CARTAS DE LOS LECTORES

Reproches injustificados 

Nos duele oír, leer lo que las y los jóvenes de este país, no todos, dicen de sus mayores, padres y abuelos, culpándolos de no haber sabido luchar por la libertad y un mundo mejor, por haber admitido la represión y no haberles facilitado un mejor camino a ellos, privados de cumplir sus sueños y ansias de libertad... Hasta nos culpan de la falta de medios. Entiendo que, además de desagradecidos, son ignorantes de la historia, por lo cómodo de ignorarla o por no entenderla. Eran tiempos en que no era fácil abrirse camino, salvo para los privilegiados. Había que luchar por nosotros y los descendientes con los medios que había y de los que cada cual disponía; nadie nos regaló nada, tampoco nada reprochamos a nuestros mayores, que lo tuvieron peor. Nunca una juventud tuvo tantas ayudas y facilidades para abrirse camino como la de hoy y, encima, se quejan y nos culpan injustamente. Todos debemos luchar por mejorar, y en nuestra época fue complicado y, aun así, se consiguieron muchas mejoras. Ahora os toca a vosotros. Y nuestras pensiones, sabedlo, no son un regalo: son cotizaciones desde incluso los 13 años. No seáis injustos con vuestros mayores: debéis pelearlo ante quienes supuestamente nos protegen y gobiernan.

Ángel Santamaría Castro. Bilbao


¿Quiénes son las víctimas? 

Me refiero a la carta de un lector, Gobierno genocida, publicada en el número 1980. El pasado 7 de octubre de 2023 el pueblo de Israel fue víctima de otro pogromo (¡uno más!), esta vez, por parte de Hamás, que mató (¡y de qué modo!) a 1200 civiles desarmados, secuestrando a su vez a más de 200 rehenes. Si Hamás, que controla y gobierna con mano férrea la Franja de Gaza, hubiera liberado a los rehenes desde el inicio, no se hubiera llegado a una situación tan extrema. Si no hubiera utilizado a la población gazatí (mujeres y niños incluidos) como escudo humano, tampoco hubiéramos llegado a esta situación. Recordemos que el régimen iraní y Hamás, fanáticos chiitas, buscan, a cualquier precio, la eliminación total del pueblo judío. Y, si para alcanzar sus fines, hay que sacrificar a los gazatíes, se los sacrifica. A contrario sensu, aún hoy, en Israel, viven palestinos que ejercen sus derechos civiles como cualquier ciudadano israelí. Muchos palestinos residentes en Gaza cruzaban a diario la frontera para trabajar en los kibutz diezmados aquel 7 de octubre de 2023 o para usar los servicios sanitarios israelíes porque trabajaban en Israel. Entonces ¿quiénes son las víctimas? Obviamente, los habitantes de los kibutz salvajemente atacados, asesinados y secuestrados por Hamás, así como la población civil palestina sacrificada cínica y despiadadamente por Hamás para su propia supervivencia y sus infames propósitos.

Lucas Damlaimcourt Brazier. Correo electrónico


 

Crecer entre primos 

Esta mañana me desperté, vaya usted a saber por qué, con un mantra en la cabeza que me impidió seguir en la cama (a pesar de que el reloj apenas superaba las 5.30 de la madrugada), y me hizo ponerme a las teclas del ordenador. Tenía que contarlo. La voz en off de mi cerebro me decía que el mundo de antes, el de mi infancia, era más fácil que el actual y, por ende, más agradable, más feliz. Pero casi de inmediato me asaltó otro vocerío, también en off, en el que reconocí a mis mayores, padres, tíos, abuelos, que se me tiraban a la yugular haciéndome recordar todos los sinsabores, carencias y calamidades por las que ellos habían pasado, y que no eran pocas. Una guerra, una posguerra quizá no tan dura pero sí mucho más larga, y hambre, y frío, mucho frío. Claro, me decía uno de mis abuelos, lo que te pasa es que añoras la felicidad de la infancia porque el cerebro tiende a recordar siempre lo bueno, y porque es una época de ausencia de preocupaciones y de responsabilidades, una época de fantasía. Yo, por respeto, no le quité la razón de sus argumentos, pero le hice ver que la gran diferencia que notaba entre una y otra épocas, era el tema de los niños. Nosotros éramos cuatro hermanos, mi abuela materna tenía diecisiete nietos; la paterna, de familia más corta, 'solo' tenía siete nietos. Mire, abuelo, le refuté cuando ya empezaba a amanecer, esa es la felicidad que echo en falta, esas mastodónticas reuniones familiares cuando nos juntábamos todos los primos. Hoy en día no conozco a ningún abuelo que pueda presumir de tener, no ya diecisiete, ni siquiera siete nietos. Yo me considero afortunado con tan solo dos. Y cuando les cuento mis aventuras infantiles con los primos se me quedan mirando, las pobres, como si fuera un ser venido de otro planeta. Pues qué quieren que les diga. Me da pena.

Leonardo Martínez Expósito. Zaragoza


Millennials y generación Z vs baby boomers

Hay voces reaccionarias interesadas en desviar las causas reales de los problemas de la juventud, y últimamente quieren enfrentar a los jóvenes con los viejos, con manifestaciones del tipo: «Cómo es posible que los jubilados cobren más que los jóvenes trabajadores». Hay que ser muy falso y manipulador para saber y no decir que los jubilados pagamos nuestra jubilación durante la etapa laboral (la mayoría por encima de los cuarenta años), y que las causas reales de la precariedad económica de los jóvenes son otras: insuficiente salario mínimo, deficientes convenios colectivos, de sectores y empresas desfasados de la realidad económica, inestabilidad laboral, carestía endémica de la vivienda, carestía de la vida, escasas ayudas a la contratación juvenil… Que nadie os engañe: el enemigo no somos los viejos. El enemigo son los políticos que premian a las grandes fortunas y las multinacionales, con privatizaciones y menos impuestos, y que privatizan lo público, no reducen la jornada laboral, y pagan poco al trabajador.

Víctor Calvo Luna. Valencia


Escritura digital

En Occidente, la pluma marcó durante siglos la manera de escribir, trazo a trazo, palabra a palabra. En Oriente, el pincel hizo lo propio, con movimientos que combinaban arte y comunicación. Dos hemisferios, dos tradiciones, dos formas de registrar la memoria y el pensamiento humano. Hoy, sin embargo, esa distancia se ha acortado: ambos mundos comparten la escritura digital. Teclados, pantallas táctiles y aplicaciones inteligentes permiten que cualquier persona, desde cualquier lugar, pueda expresar ideas, contar historias o crear documentos con rapidez y precisión. La pluma y el pincel han cedido espacio a un lenguaje universal: el de la escritura digital. Este fenómeno refleja algo más que una simple tecnología: es un espejo de la globalización y la universalización del conocimiento y la comunicación. Herramientas que antes estaban ligadas a culturas, tradiciones y geografías específicas ahora trascienden fronteras, conectando hemisferios y generaciones. La escritura digital nos recuerda que el mundo evoluciona, pero también que nuestras raíces culturales siguen presentes. La historia de la pluma y el pincel no desaparece; se integra en un nuevo ecosistema donde la creatividad y la expresión humana son verdaderamente globales. Mientras tanto, los sistemas de gobierno siguen anclados en el pasado, ajenos a la velocidad con que la sociedad, la cultura y la comunicación avanzan.

Pedro Marín Usón. Zaragoza


La utopía de la globalización 

Ya nos dimos cuenta, cuando se nos vendía la globalización hace unas décadas que se escondía una utopía camuflada. Parecida a aquella diáspora hippie de los años sesenta, movimiento considerado rebelde, al ir en contra de la manipulación sistemática del poder establecido. No obstante, los químicos aventajados de la época fueron contratados por los estados manipuladores para diseñar las suficientes drogas (al igual que diseñaron la bomba atómica) y así mantener a esa masa de pelo largo, descalza y con ropas de colores llamativos, en grupúsculos donde imperara el amor libre y escaso compromiso laboral contractual. En la actualidad, esa globalización nos ha llevado a la parte contraria del beneficio social que nos pusieron de cebo. No es que no haya sido verdad el mensaje humanitario que nos vendían, sino que los que mandan actualmente son, como siempre ha sido, los egocéntricos que anteponen 'el absolutismo consentido' como cerrojo para controlar el mundo. Qué decir de la lenta, sangrienta e interminable guerra en la Franja de Gaza, entre israelitas y palestinos, basada en dogmas milenarios e intereses territoriales y económicos. ¿Un mundo global es el sueño de la humanidad? Va a ser que no.

Jesús Sánchez-Ajofrín Reverte. Albacete


Por un Plan digital Km O

Desde hace tiempo que muchas familias dudamos de la digitalización de la educación, con Chromebooks y licencias digitales en vez de libros. Es una opinión que se ha convertido en una creencia. Ya no nos convencen. Nos dicen que las nuevas tecnologías son herramientas, pero como todas, tienen su edad mínima de uso. ¿Cuál es la de los dispositivos digitales que se han implementado en los centros educativos?. La Ley de protección de datos quiere elevar a 16 años la edad mínima para que un menor se abra una cuenta de correo electrónico. Por algo será. Pero educación necesita que los alumnos tengan esas cuentas para usar sus plataformas digitales y así educar en competencias digitales, dicen. ¿Por qué no hay un artículo bis en esa ley que diga que los centros podrán abrir cuentas a sus alumnos por motivos educativos? Porque hay que justificarlo bien sabiendo los riesgos, hay que debatirlo, atender alegaciones, aprobarlo, etcétera, el procedimiento garantista de una administración pública. Pero hay prisas. Se pide autorización a los padres. ¿Quiénes somos los padres para autorizar a un centro que aplique la metodología que ellos han aprobado? ¿Quién ha impuesto esta metodología que traspasa los filtros de la administración y entra en las aulas para llegar a nuestros menores y de paso colarse en sus casas? Educación ha de poner muchos recursos para controlarlo: informáticos velando por la ciberseguridad, cortafuegos, bloqueadores de anuncios, controlar el límite de horas de uso, cursos a los docentes, protocolos varios, etcétera, y todo ello de dudosa garantía puesto que no anda claro dónde recaen las responsabilidades. ¿Tanto necesitan nuestros chavales de 10, 12, 14 años para ser educados? Al no estar obligados a autorizar (la única obligación que tenemos los padres es escolarizar), entendemos que no hace falta para adquirir las competencias digitales (que se está hablando de ella como cualquier otra asignatura consolidada por los siglos). Tal como nos hemos informado, bastaría, por ejemplo,  con una asignatura o taller de informática o de robótica para cumplir con la ley educativa. Así pues, olvidémonos de Google, Microsoft, Lifeworksheet, classroom, drive, Moodle, Chromebook, Gmail... la ley nos permite una solución local, son los centros los que deciden la metodología y aprueban los planes. Por favor, escuchen a las familias del barrio y no a las compañías de ultramar: Por un Plan digital Km O.

Amalia Quintanilla Zamora. Maó (Menorca)


LA CARTA DE LA SEMANA

Observando el río

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+ ¿Por qué la he elegido?

Porque quien toma distancia aplaca la ira, ahonda en las cosas, mitiga los daños.  

Poco se reivindica ya el suspiro acompañado de un pensamiento. Una fuerza mayor que nos sienta a reflexionar y nos descuelga del río, de la corriente de la vida del siglo XXI. Nos lleva a la orilla y nos invita a observar nuestra propia obra de teatro. Entonces el suspiro ilustra. La vida se escurre entre los dedos. Es un tópico, pero real. Tampoco podemos culpar al que no la vive: al llegar la muerte, haber o no vivido es lo mismo; solo en vida tiene sentido la vida. No obstante, en ese instante se reivindica el momento inmarcesible. Admirar la película de ciencia ficción que es la rutina no solo es rebeldía, sino una mejor forma de sobrellevar el tedio inherente a la existencia. Así, nos despegamos del légamo mediante arte, belleza o momentos de felicidad o mediante suspiros en el tren que no para hasta su destino. Escribir también es alejarse del río y observarlo. Y nos despega de un mundo extraño para crear otro conocido, propio.

Gabriel Fernández Bullón