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El bloc del cartero

Títulos

Lorenzo Silva

Viernes, 10 de Octubre 2025, 10:56h

Tiempo de lectura: 8 min

En tiempos cada vez más líquidos, y en los que las capacidades humanas parecen devaluarse a la velocidad supersónica con que aumentan las soluciones a cargo de agentes mecanizados y cada vez más autónomos –del usuario, no tanto de quienes los programan–, resulta relevante preguntarse sobre el título que a una persona le cabe presentar para postularse a ser o hacer algo. La educación, tradicional fuente de aptitud y competencia, está en entredicho, en parte por haber sucumbido a esos atajos automáticos, en parte porque quienes buscan utilizarla en provecho de sus particulares intereses –que siempre han existido– la zarandean sin escrúpulos. En ese contexto, nos propone una lectora una cualificación alternativa. Frente a la incertidumbre y la adversidad, búsquese a quien ha sabido afrontar ambas.

LAS CARTAS DE LOS LECTORES

Instantes de bondad

Cada día del verano a las 20 el hombre estatua se situaba en su rincón habitual en el cruce de las céntricas calles de la ciudad. Se ajustaba la vestimenta y adoptaba su postura: sentado, como flotando, en una silla invisible. Su cara pintada recordaba a un mimo. Muchos viandantes dejaban unas monedas en un sombrero situado a sus pies. Él respondía agradecido con una tenue sonrisa y un leve giro de su mano derecha. Esa tarde unos padres paseaban con su hija de unos 7 años, a la que dieron una moneda para que la dejase en el sombrero. Tras hacerlo, y ya regresando hacia sus padres, se giró y dejó también su bolsita de caramelos. El hombre estatua esbozó una tenue sonrisa, acompañada de un leve giro de su mano derecha y de varias lágrimas teñidas de maquillaje. A veces, observando a las personas, descubres instantes de belleza y bondad.  

F. J. Barón Duarte. A Coruña


El olvido del sistema educativo

Es preocupante que toda la actualidad política y mediática se centre en cualquier cosa menos en discernir sobre qué sabe nuestro alumnado y qué debería aprender para dotar a la sociedad de un valor añadido. Si algo ha permitido la evolución en tres mil años han sido la educación y la concesión de su relevancia en la construcción de las sociedades. La mayor innovación es dejarnos de ideologías o engaños y centrarnos en recuperar la suma importancia en los colegios que las matemáticas, la historia, la literatura, el arte, la ciencia y la filosofía deberían tener frente a la foto, la publicidad, los contenidos sesgados y el hacer que se hace. Los centros educativos no son parques de bolas; son ejes vertebradores en la formación integral de personas. A ver si nos centramos todos un poco: vivir con acceso permanente a cualquier información no habilita a convertir a docentes y centros en meras comparsas o bufones. Aunque padres y alumnado se frustren y se generen menos likes.

Basilio Freán Bernedo. A Coruña


Tres cosas hay que hacer en la vida

Desde hace mucho se dice que para llegar a la madurez una persona debería tener un hijo, plantar un árbol y escribir un libro. Según la cultura popular, el cumplimiento de todas implicaba dejar al mundo un legado personal. Hoy las cosas han cambiado y creo que debemos adaptarnos, con permiso de José Martí, autor al parecer de aquella propuesta. Para trascender hoy se debe escribir un libro (sobre autoayuda, biografías, empoderamiento, creación de contenidos y tendencias), rodar un corto (con temas como inclusión, resiliencia, edadismo y sostenibilidad) y hacer un máster sobre estilismo, storytelling, scouting y realización audiovisual o gemelos digitales. Debemos pensar si esta nueva propuesta puede constituir un símbolo de lo que debe ser el presente o el futuro de cada uno.  

Jesús Fleta Zaragozano. Zaragoza


Nuevo registro horario 

Anuncia la ministra de trabajo Yolanda Díaz que se aprueba por Real decreto que todas las empresas deberán proveerse de un sistema digital para tener un registro de la jornada de trabajo. Este Real decreto pretende que la inspección de trabajo pueda comprobar si los empresarios cumplen lo relacionado con la jornada de los trabajadores. Los sindicatos bien regados de subvenciones aplauden la medida. Le pregunto a la ministra: ¿por qué no se aplicará este registro a todas las administraciones? ¿Por qué a las Fuerzas Armadas, la Guardia Civil y la Policía Nacional, que hacen muchas más horas que las de la jornada laboral? Todos estos cuerpos de la Administración realizan jornadas muy superiores a la jornada laboral sin ser remunerados o compensados; estos son invisibles para el gobierno. ¿Cómo se articulará en lugares donde no haya cobertura en las comunicaciones, como la montaña o zonas sin coberturas? ¿Qué ocurrirá con pequeños empresarios, el 90 por ciento en España, sin conocimientos informáticos o los que viven en el mundo rural alejados de las nuevas tecnologías? Da la sensación de que la ministra y su comparsa de sindicatos no han conseguido la jornada de 37,5 horas y, como cabreo o castigo, crean un lío enorme que incrementará los gastos a los empresarios y en nada mejorará la productividad ni beneficiará a los trabajadores.

Agustín Aznar Sánchez. Zaragoza


Agradecimiento desde el corazón

El pasado 14 de mayo sufrí un grave accidente. Por ello, quiero expresar mi  más sincero agradecimiento a todas las personas que hicieron posible que  recibiera una atención inmediata y de calidad. En primer lugar, gracias a mi hermana Montse, mi ángel de la guarda, que fue la primera en auxiliarme, y a mis vecinos Bobby y Elena, por su rapidez, disposición y generosidad en esos momentos tan difíciles. Agradezco también al servicio de emergencias 112, que, a pesar de mis  gritos de dolor, atendió mi llamada con profesionalidad, ayudándome a mantener la calma hasta la llegada de las ambulancias.  Gracias de corazón al personal de las ambulancias, que me transmitió  serenidad y seguridad, mitigó el dolor, estabilizó mi fractura y me sacó del lugar donde me encontraba, en medio del campo. Mi gratitud al personal de urgencias CHUF, por su rapidez, su trato humano conmigo y con mi familia, y a los doctores que, pese a estar desbordados de trabajo, atendieron mi pie herido con dedicación. No olvido al personal de reanimación ni al equipo de la quinta planta: médicos, celadores, cocina, limpieza... Gracias por su paciencia,  humanidad y profesionalidad durante mi recuperación. Agradezco también al equipo de enfermería que, en cada cura, demuestra esmero y amor por su trabajo. En momentos así uno comprende el valor de quienes trabajan en sanidad y emergencias. Mi respeto y gratitud son para ustedes, siempre.

Pedro Suerias Luaces. As Somozas (A Coruña)


Sin palabras 

La cosa sucedió en la cola de la caja de un supermercado de mi barrio, San José, un viernes de primeros de mes al filo de las diez y media de la mañana. Una anciana, posiblemente superase con creces los ochenta otoños, avanzaba con cierta lentitud arrastrando el carrito cesta donde se adivinaban pocos bultos. Cuando le llegó el turno, y ante las dificultades que tenía la mujer para agacharse a coger las cosas para ubicarlas en la cinta transportadora, mi mujer, que estaba justo detrás, la ayudó en la tarea. A tenor de la compra, se adivinaba que la mujer vivía sola: una pera, un plátano, una patata, un paquete de lonchas de jamón york y otro de pasta para sopa, de los pequeños, de marca blanca ambos. Cuando la cajera le dijo el importe, sacó su monedero y, con manos temblorosas quizá por los nervios, o por un Parkinson avanzado, empezó a sacar monedas hasta que terminó por voltear todo el contenido sobre la cinta. La cajera contó las monedas y le indicó que no le llegaba, que no tenía suficiente. La pobre mujer, azorada, apuntó la posibilidad de dejar el york, o la pasta. Mi mujer, que como digo estaba detrás, le preguntó a la cajera cuánto le faltaba y se ofreció a complementar el euro y pico de la diferencia. A pesar de una reticencia inicial, bien por dignidad o bien por vergüenza, finalmente la mujer accedió agradecida. Situaciones similares están pasando cada vez con mayor frecuencia en nuestro entorno, en nuestro país. Es triste y muy preocupante. Sin embargo, las preocupaciones de nuestros políticos (y por ende de los medios de comunicación) pasan por discutir si lo llamamos genocidio o lo llamamos masacre. O por ausentarse cuando se va a guardar un respetuoso minuto de silencio por los fallecidos. Me quedo sin palabras.

Leonardo Martínez Expósito. Zaragoza


Vino y humo 

La nueva ley 'antitabaco' ha entrado en vigor con especial celo hacia los menores. Bien por la salud, sin duda. Pero conviene recordar que no hace tanto, en algunos internados de los años setenta, a los estudiantes, a partir de cuarto de bachillerato, les permitían fumar en los recreos y se les servía vino en las comidas. Todo con total naturalidad, sin escándalo ni alarma. Hoy, algo así provocaría titulares, dimisiones y quizá un expediente parlamentario. Entonces, era rutina: cigarro en la mano, copa sobre la mesa, y nadie cuestionaba ni la autoridad ni la formación de los jóvenes. Lo que ayer se veía como normalidad, hoy se interpreta como irresponsabilidad. La evolución es llamativa. Lo que antes se toleraba con naturalidad, ahora se prohíbe con rigor. Y dentro de unas décadas, seguramente se juzgarán con igual severidad hábitos que hoy aceptamos sin pensar: refrescos azucarados, pantallas omnipresentes o cualquier mínima libertad que nos parece inofensiva. Naturalmente, hoy nadie defendería aquellas prácticas; solo recordar cómo ha cambiado la percepción de la juventud y la responsabilidad. Las leyes cambian, las costumbres mutan, pero cada generación se siente pionera en la tarea de proteger a la juventud. Mientras tanto, los mayores sonríen con complicidad, recordando que ya lo habían intentado antes… con vino y humo.

Pedro J. Soto Santos. Ablitas (Navarra)


LA CARTA DE LA SEMANA

Un título que marca la diferencia

texto alternativo

+ ¿Por qué la he elegido?

Porque quien conoce el paño sabe bien lo que a esos supervivientes se les ha exigido.

Hace años, hablar de cáncer equivalía a hablar de muerte. Hoy miles de personas superan esta enfermedad y regresan al mundo laboral. Pero ¿vuelve la misma persona? En absoluto. Vuelve alguien que ha bailado con el miedo y la incertidumbre aprendiendo a manejarlos para seguir. En un mundo empresarial marcado por la volatilidad, toca levantarse tras las derrotas y avanzar; resistir y mantener la calma en el vendaval. Eso se aprende en un proceso oncológico, que transforma la mirada y enseña a distinguir lo esencial de lo accesorio. Las empresas suelen valorar títulos y experiencia, pocas veces haber sobrevivido al cáncer, algo que multiplica el valor profesional forjando un trabajador capaz de marcar la diferencia en un equipo. Quizá es hora de reivindicar un nuevo título en los currículums: «Superviviente de cáncer». Resume lucha, aprendizaje y capacidad de superación.

 Paloma Pérez Miguel. Navarra