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¿Acaba la inteligencia artificial con mi trabajo?

Qué empleos están en riesgo

¿Acaba la inteligencia artificial con mi trabajo?

Si la irrupción de la inteligencia artificial ha cambiado el mercado laboral, prepárate para la nueva revolución. Llegan los agentes de IA, capaces de analizar, decidir y ejecutar de forma autónoma. Para Silicon Valley, que ha despedido a 100.000 trabajadores este año, «arranca una nueva era». ¿Ha comenzado el apocalipsis laboral o en realidad no es para tanto? Te lo contamos.

Viernes, 24 de Octubre 2025

Tiempo de lectura: 13 min

Son las nueve y media de la mañana en el enorme complejo logístico que Amazon tiene en Luisiana. Es hora punta de trabajo, pero los pasillos de SHV1 –la abreviatura interna del complejo– están desiertos. Sin embargo, la actividad de los robots es vibrante. Robin levanta cajas. Cardinal manipula cien paquetes por hora. Sequoia y Sparrow clasifican, apilan y organizan iPhones, portátiles, libros, pelotas y comida para perros. Una vez embalada la mercancía, Proteus la maniobra de forma autónoma en carros que conduce hacia una estación de carga. Si el robot se topa con un humano, abre sus ojos led, frena y toca la bocina antes de sortear el obstáculo.

SHV1 es el centro logístico más moderno de Amazon. La compañía, de hecho, emplea la flota de robots más grande del mundo. Más de un millón de máquinas automatizadas –muchas, equipadas con inteligencia artificial– levantan, clasifican, extraen, empujan, pesan y escanean. Sin pautas ni instrucciones, de forma autónoma. Controladas y dirigidas por la IA. De hecho, la IA ya está presente en «casi todos los ámbitos» de la empresa, escribió recientemente el director ejecutivo, Andy Jassy, en un memorando interno.

«Pronto existirán dos Internets: uno para los humanos y otro donde solo interactúan agentes de IA», augura la directora de IA en una influyente tecnológica

Amazon usa más de mil sistemas automatizados de inteligencia artificial, y creciendo. «Estos agentes cambiarán nuestra forma de vivir y trabajar. Necesitaremos menos empleados en sus puestos actuales y más en nuevas tareas», predice el ejecutivo. En los próximos años, la plantilla de Amazon se reducirá. Según Jassy, los empleados deben ver esto como una oportunidad para mantenerse al día y mejorar.

Los humanos se van, las supercom-putadoras vienen. El trabajo humano será reemplazado por la IA, o se fusionará con ella en fábricas, grandes almacenes, restaurantes de comida rápida, oficinas y bufetes de abogados. Quizá algún día también en el campo, el mar y el aire. Es cierto que la automatización existe desde la invención del telar, pero siempre hemos sido nosotros quienes hemos pensado y planificado. Esta vez, la cosa es diferente.

Cómo funciona un agente de IA

Un agente de IA es como un asistente digital que trabaja solo. No se limita a darte respuestas (como un buscador), sino que toma decisiones y hace tareas por ti. Tiene un objetivo (por ejemplo: «gestionar mi tienda on-line») y es capaz de mirar la información, decidir qué hacer y ejecutar acciones para lograrlo.

La clave es que no espera órdenes paso a paso, sino que se... Leer más

La IA está aprendiendo a actuar por sí misma. Los llamados 'agentes de IA' programan software en nombre de sus amos humanos, controlan fábricas, diseñan piezas de automóviles o negocian el precio de las patatas en nombre de las multinacionales alimentarias sin intervención humana. 

El 40 por ciento de los trabajos, en riesgo

En Albania, la IA hasta ha entrado en el consejo de ministros. Se espera que el chatbot Diella decida la adjudicación de contratos públicos para combatir la corrupción del país. Y es solo el principio. El Fondo Monetario Internacional estima que casi el 40 por ciento de los empleos en el mundo están «altamente expuestos» a la IA; es decir, en riesgo de ser sustituidos. Para 2030, según la consultora McKinsey, casi un tercio de todas las horas de trabajo en el mundo podrían ser realizadas por una IA.

Dado que el aumento de la productividad asociado a la IA aún es limitado o difícil de medir, la vía más directa –y la más dura– de rentabilizarla que se está aplicando es la reducción de plantilla

Hoy, nadie discute que Internet, al hacer posible una economía global, ha generado crecimiento económico. Y, aunque también es cierto que hubo que reciclarse, no faltaba trabajo. ¿Pasará lo mismo con la IA? ¿O nos dejará obsoletos? ¿Qué es un agente de la IA y qué puede hacer? 

Esta vez, en Silicon Valley están seguros de haber inventado algo grandioso. Mientras que 'avances' como el metaverso resultaron un fiasco, la 'IA Agentic' revolucionará el mundo, dicen. De hecho, la diferencia con la IA actual es casi tan grande como entre tu coche y uno autónomo. 

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Para entender el verdadero alcance de esta revolución, basta con entrar en un edificio acristalado cerca del aeropuerto de San Francisco. Allí trabaja Emily Glassberg Sands, directora de IA en Stripe, una de las empresas tecnológicas más influyentes del planeta.

Stripe gestiona pagos on-line, facturación e impuestos para miles de empresas. Es tan grande que procesa 1,4 billones de dólares al año, lo que representa el 1,3 por ciento del PIB mundial. Una madre en Bilbao que reserva en Booking, gigantes como Google o Amazon...: todos la usan para gestionar sus pagos. Cada una de esas transacciones genera datos. Terabytes de ellos. Y Emily los convierte en inteligencia útil gracias a la IA. 

Según Sands, la IA clásica, basada en patrones y probabilidades, está quedando atrás. Hoy, el verdadero avance está en los agentes de IA, sistemas que toman decisiones y actúan por sí solos. Un ejemplo es el de las reclamaciones por errores en los pagos on-line. Antes, si un cliente tenía un cargo indebido, debía aportar documentos y esperar a que varias personas revisaran su caso. Ahora, un agente de IA analiza la situación, reúne la información necesaria y presenta la reclamación. El resultado: un 13 por ciento más de casos ganados sin intervención humana y millones de dólares ahorrados.

Pero lo más interesante está por venir. Sands cree que pronto existirán dos Internets: uno para los humanos y otro donde solo interactúan agentes de IA. En ese mundo, un cliente podría dar acceso a su tarjeta de crédito a un asistente inteligente, que revisa qué falta en su nevera y hace el pedido por sí solo. Esta nueva forma de consumir –compra automatizada por IA– cambiará la economía y nuestras rutinas diarias por completo, afirma. 

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Que Sands no habla de ciencia ficción lo ha demostrado un equipo de investigación de la Universidad de Stanford, que encargó a agentes digitales buscar una cura para las nuevas variantes del coronavirus. Formaron la IA como un equipo humano: en un laboratorio virtual colocaron a un investigador artificial, quien, a su vez, creó una serie de agentes especializados; entre otros, un inmunólogo robótico y un bot bioinformático. Un papel «esencial», según el líder del estudio, John Pak, lo desempeñó el 'científico crítico': un agente que mantenía a raya a los demás con su escepticismo. Los bots comenzaron a intercambiar ideas a velocidad sobrehumana. «Para cuando me tomaba mi primer café ya habían tenido cientos de debates científicos», afirma. En pocos días desarrollaron 92 nanocuerpos. Dos de ellos tan prometedores que ya los investigan científicos humanos. Es un «cambio de paradigma», asegura Park.

¿El fin del trabajo remunerado?

Los gestores, por su parte, perciben que la IA autónoma es la gran oportunidad de hacer sus empresas más rentables. El CEO de Ford, Jim Farley, prevé que reemplazará la mitad de los empleos administrativos. En la misma línea, Marianne Lake –responsable de banca minorista en JP Morgan Chase– planea reducir un 10 por ciento de la plantilla, desde la atención al cliente hasta la gestión de carteras complejas. Dario Amodei –director ejecutivo de Anthropic, rival de OpenAI– ha lanzado un pronóstico aún más dramático. Estados Unidos podría afrontar un desempleo del 10 al 20 por ciento en los próximos cinco años al desaparecer la mitad de los empleos de nivel inicial. Más lejos aún, Elon Musk, fiel a su estilo hiperbólico, declaró el año pasado «el fin del trabajo remunerado»: el trabajo será opcional, como un pasatiempo.

Aunque algunas de estas predicciones no son del todo inocentes –y responden al interés de mantener alto el valor bursátil de sus propias compañías tecnológicas–, lo cierto es que en Estados Unidos las empresas invirtieron el año pasado cerca de 110.000 millones de dólares en IA. Un desembolso que solo tiene sentido si se traduce en una radical reducción de costes. Y, dado que las ganancias de productividad asociadas a la IA aún son limitadas o difíciles de medir, la vía más directa –y la más dura– sigue siendo la reducción de plantilla. En Estados Unidos, donde la protección frente al despido es mínima, las empresas están recurriendo a un corte de cabezas a gran escala. 

Además, no todo lo que la IA puede llegar a hacer resulta rentable. Por eso en Amazon buscan el punto óptimo, ese donde la curva de eficiencia de las máquinas se cruza con la de los humanos. «Para que cada uno haga lo que mejor sabe hacer», subraya Parness, gerente de la compañía.

En el almacén de Shreveport, por ejemplo, los robots realizan gran parte del trabajo, pero los humanos siguen siendo claves. El humano recibe el producto de la cinta transportadora y lo introduce en la caja. Un robot podría hacerlo, dice Parness, pero no sería eficiente. El humano es más rápido en identificar, agarrar y empaquetar el producto. Las personas, añade, se adaptan mejor a entornos cambiantes, realizan varias tareas a la vez y entienden el contexto.

Y lo mismo pasa con la ayuda doméstica. El humano puede ver la suciedad, reaccionar a los nuevos electrodomésticos o entender cuándo no debe entrar en una habitación porque alguien está hablando por teléfono. «Por supuesto, también podría comprar un robot con IA por decenas de miles de dólares para limpiar nuestra casa», dice Parness. Pero necesitará mantenimiento, actualizaciones y repuestos. «¿Valdrá la pena alguna vez? Nunca».

Hasta sectores manuales, tradicionalmente poco automatizados, como el de los pintores o fontaneros están incorporando estos agentes. La start-up alemana Plancraft ha desarrollado uno pensado para estos profesionales: basta con introducir las medidas del proyecto, y la herramienta se encarga del resto: presupuesto, envío al cliente, papeleo y gestión administrativa. Más de veinte mil usuarios ya emplean esta solución, que se está expandiendo a España, Polonia y Países Bajos, y que permite ahorrar unas ocho horas semanales por operario: un día completo que pueden dedicar a su oficio.

La IA devora a sus propios hijos

Entonces ¿se nos abre un nuevo y estimulante mundo laboral? En absoluto. De hecho, la IA está devorando a sus propios hijos. Para comprobarlo, solo hay que visitar en Seattle la compañía GitHub, una plataforma de programación propiedad de Microsoft que antes solo era conocida por un puñado de frikis. Hoy tiene casi 150 millones de usuarios que recurren a sus herramientas para desarrollar videojuegos, sitios web, aplicaciones y software. Casi dos tercios de todo el código que crean es generado por IA. «Ya nadie necesita dominar un lenguaje de programación. Tener una idea es suficiente. Nuestro copiloto se encarga del resto», dice Thomas Dohmke, su CEO.

Es una paradoja: nunca se ha necesitado ni desarrollado tanto software en el mundo. Sin embargo, en los últimos dos años, más de una cuarta parte de todos los programadores en Estados Unidos ha desaparecido. Hoy, la administración estadounidense cuenta con menos programadores que en 1980. Solo las tecnológicas ha eliminado cien mil empleos este año: la mayor ola de despidos que la industria haya visto jamás. Si bien se seguirán necesitando programadores, especialmente los llamados 'arquitectos de software' –personas bien formadas y capaces que inventan la estructura cada vez más compleja de los programas–, según Dohmke, la profesión de «pro-gramador júnior» cambiará drásti-camente. La IA es ahora tan común y poderosa que los programadores humanos necesitan un conjunto de habilidades completamente nuevo.

Y la programación es solo la punta del iceberg. La IA también ofrece oportunidades para jóvenes empren-dedores. Con ideas de negocio centra-das en 'agentes' se pueden encontrar inversores de capital riesgo en tiempo récord. Pero no todos los graduados de secundaria son emprendedores. Y, además, es casi seguro que la conso-lidación de estas start-ups ocurrirá tarde o temprano.

Para capear el temporal, los expertos recomiendan a los empleados que sean flexibles; a las universidades que revisen sus planes de estudio, y a los estudiantes que reconsideren sus opciones académicas. Parece claro que la IA se cobrará víctimas y que serán principalmente los que tienen poca formación, o no pueden o no quieren cambiar. Esta es otra razón por la que la IA se convertirá en un problema social. 

Y si creemos a Reid Hoffman la revolución está cerca. Como multimillonario puede permitirse mucho. Incluyendo una barba de cinco días, gafas torcidas y el pelo despeinado. Hoffman no tiene que demostrarle nada a nadie. Este estadounidense fundó LinkedIn, creó el proveedor de servicios de pago PayPal con Peter Thiel y, más recientemente, lanzó empresas de IA como OpenAI. Ha ganado 2500 millones de dólares en su larga carrera en Silicon Valley. Ahora dedica su tiempo a escribir libros sobre el futuro. Su última obra, Superagency, es un esbozo del nuevo mundo laboral. Hoffman está seguro de que el trabajo y los empleos cambiarán drásticamente, pero que los despidos, lógicos al inicio de una revolución, no durarán. Las empresas seguirán compitiendo entre ellas por ideas. Es como con los contables. Tras la llegada de los ordenadores, estos asumieron muchas tareas de los empleados. Pero los contables no han desaparecido; gradualmente se han convertido en gestores de riesgos y carteras. «Ahora realizan tareas más difíciles. Eso les reporta más dinero a ellos y a sus empleadores». Hoffman predice que el trabajo será más variado y estimulante, no para todos, pero sí para un número cada vez mayor de personas. «Y quién sabe, quizá trabajemos menos».

En lo que parece haber consenso es en que los empleos con más riesgo son los más bajos de la jerarquía corporativa. El desempleo en Estados Unidos podría alcanzar niveles de la Gran Depresión. «Baño de sangre entre los empleados», tituló el medio estadounidense Axios, fundado en 2016 por antiguos periodistas de Politico.

La prueba de la pesadilla

Desde finales de agosto, los defen-sores de un escenario distópico han contado con una prueba irrefutable: la evidencia clara de disrupciones masivas en el mercado laboral provo-cadas por la IA, proporcionada por el economista de renombre mundial Erik Brynjolfsson, de la Universidad de Stanford. Su equipo analizó datos del mayor proveedor estadounidense de contabilidad electrónica de nóminas, con información de 25 millones de empleados.

Descubrieron tendencias inquietantes: el número de empleos en Estados Unidos ha seguido aumentando, pero no por igual en todos los grupos de edad. Las perspectivas laborales para los jóvenes han empeorado en muchas áreas desde otoño de 2022, año en que se introdujo ChatGPT. De hecho, muchos expertos apuntan que los profesionales «particularmente expuestos a la IA» son los empleados de nivel inicial de entre 22 y 25 años. La situación es especialmente difícil para los aspirantes a desarrolladores de software y para quienes trabajan en atención al cliente. Parece que el apocalipsis de la IA ya ha comenzado.

Sin embargo, Anders Humlum se muestra escéptico sobre esas conclusiones. Este profesor de Economía en la Universidad de Chicago analizó datos laborales de Dinamarca tras la llegada de ChatGPT. Basado en información de más de cien mil trabajadores en once ocupaciones, concluye que la adopción de la IA no ha destruido empleo, sino que ha cambiado la forma de trabajar. La IA se usa, sobre todo, como herramienta de apoyo, y su impacto hasta ahora es complementario, no disruptivo. Nada indica que «vayamos directos al abismo».

¿Dos equipos de investigación con dos respuestas opuestas? Hay una razón para esta divergencia. En Dinamarca, como en España, hay más protección laboral. 

A pesar de las grandes promesas de Silicon Valley, el desarrollo de una superinteligencia artificial superior al ser humano en todos los ámbitos sigue siendo una meta lejana. Sin embargo, el economista y premio Nobel Daron Acemoglu advierte sobre un fenómeno más inmediato: la automatización mediocre. Se trata de la implantación masiva de sistemas de IA que sustituyen a trabajadores sin mejorar de forma significativa la productividad. En ese escenario, las economías apenas ganarían eficiencia, pero los beneficios se concentrarían todavía más en inversores, directivos y unos pocos especialistas irremplazables, mientras que la mayoría de la población vería empeorar sus condiciones. Aún estamos a tiempo de decidir si la IA será un motor de prosperidad compartida o simplemente una nueva forma de concentrar el poder.