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Mi hermosa lavandería

Espuma de polvo con astillas de ladrillo

Isabel Coixet

Viernes, 22 de Agosto 2025, 09:17h

Tiempo de lectura: 2 min

La terraza del modesto restaurante del pueblo tiene ocho mesas, todas ocupadas,  y un menú muy corto. Corre una ligera brisa y los gatos se pasean por la calle con la majestuosidad de los amos del lugar. A nuestro lado, dos parejas, franceses y americanos, miran el menú escrito en una pizarra que pasa de mesa en mesa y deciden qué comer. Después de escoger y pasar la comanda, beben  vino, hablan de la actualidad. Piscinas: carísimas de mantener, un auténtico engorro. Canícula: ¿hasta cuándo esta temperatura espantosa? Gaza: horrible, seguro que el año que viene ya nos habremos olvidado, todo se olvida. Cada tema de conversación pasa al mismo nivel: el lujo de una piscina, la ceguera climática, el olvido. Es una obra de entre Samuel Beckett y Harold Pinter improvisada en la terraza de verano de un restaurante. Podría ser cómico y es trágico. 

La fórmula da en el blanco: «Un menú para aquellos que abren la boca mientras cierran los ojos»

En otro lugar, también en un restaurante, sucede algo que no es ni una broma ni una obra expuesta en una galería. Es un gesto brutal de lucidez. Esa misma mañana, en el corazón del mítico hotel Negresco de Niza, en el paseo de los Ingleses, un artista ha sustituido discretamente el menú del restaurante con estrellas por otro: el 'menú del hambre'. Gaza se muere de hambre. ¿Qué hacemos en la mesa?

El artista Toolate está detrás de esta acción. Imaginó un mapa hecho de escombros, polvo y cenizas. Un 'menú del hambre' que no ofrece entrantes, platos principales ni postres. Solo la amarga realidad de una población que muere de hambre a unos pocos miles de kilómetros de distancia, mientras que otros saborean la langosta o escogen el mosaico de la piscina. O nos comemos el tarro con desesperación que intuimos inútil pensando qué hacer y cómo. 

Una carta de escombros, un silencio en los platos.

El contraste es frontal. Y eso es precisamente lo que Toolate busca provocar: llevar lo insostenible a donde la comodidad reina. «Poner el hambre en el corazón del lujo es arañar donde brilla», escribe. El menú contiene un código QR que conduce a una convocatoria de donaciones para la UNRWA, la agencia de la ONU que intenta, a pesar de la urgencia, satisfacer las necesidades vitales de los refugiados palestinos.

En pocas horas, las imágenes del mapa minimalista y polvoriento circulan por las redes. La fórmula da en el blanco: «Un menú para aquellos que abren la boca mientras cierran los ojos». Una clara crítica de la indiferencia, la inacción e incluso la complacencia en el silencio.

Porque eso es lo que se pretende: nuestra capacidad colectiva de apartar la mirada mientras lo irreparable se juega en otro lugar. A pocas horas de vuelo, los niños mueren de hambre entre los escombros. En este lado del Mediterráneo, se levantan manteles blancos. La acción de Toolate opone estos dos mundos sin rodeos, con la violencia de la realidad. 

Éste es el menú: 

Velouté de grava servida en una nube de polvo. 

Ensalada de escombros con metralla ahumada.

Bolas de cemento en su jugo de sangre.

Red de hormigón con ceniza caramelizada.

Y de postre: Espuma de plomo con astillas de ladrillo.