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El bloc del cartero

Pensiones

Lorenzo Silva

Viernes, 01 de Agosto 2025, 10:36h

Tiempo de lectura: 4 min

Lo queramos o no, va a ser el asunto de los años venideros. El desplome abrupto de la natalidad, el exiguo crecimiento de los salarios –apenas un 2 por ciento en treinta años en términos reales– y el deseable aumento de la esperanza de vida van a plantear un reto formidable a las autoridades para sostener un capítulo de gasto que ya representa el 12 por ciento de todo lo que produce el país. Se trata de una cuestión sensible, de la que cada cual opina, y es legítimo, desde su situación y sus expectativas personales. Uno de nuestros lectores cuestiona una de sus aristas, la revalorización de pensiones contributivas. Su carta escocerá a algunos, agradará a otros. Alguien habrá de afrontar el problema con voluntad de ofrecer soluciones viables y justas para todos. Esperar al último momento suele ser mala idea.


LAS CARTAS DE LOS LECTORES

'Quo vadis', Correos

Correos está celebrando las efemérides 175 del lanzamiento del primer sello postal, con una lograda reproducción de aquel facial de la reina Isabel II. Sin embargo, esta modélica institución se encuentra ahora en una preocupante deriva hacia mucho peor servicio. El compromiso explicitado de entregas en 24-48 horas se incumple con demoras de hasta varios días. Y si, además, hay por medio fines de semana, fiestas o puentes el descontrol puede ser increíble. ¿Qué está ocurriendo en Correos? Se va a dejar arrollar sin reaccionar por Internet y los correos electrónicos. La correspondencia postal no puede desaparecer. Por favor, cuidemos nuestro patrimonio sociocultural.

Joaquin Aguirre Galindo. Getxo (Vizcaya)


Revalorizar las pensiones 

No opino sobre lo que corresponde a los pensionistas contributivos al jubilarse; pero sí sobre su revalorización. Hace falta atrevimiento para hacerla porcentual y no lineal cuando ya todos pagan igual: nada. Y para más inri, por si el IPC es negativo, crean una norma que automáticamente la convierte en lineal; para que las más altas nunca pierdan. A todo esto, nuestros políticos se llenan la boca pregonando la defensa de los más vulnerables, ejemplo de cómo se camina con las palabras hacia adelante y con los hechos hacia atrás. Conozco personas cuya pensión escasamente alcanza los ochocientos euros y ven, con resignación, como esta se aleja cada vez más de las más altas. ¿Estará esta gente penando alguna especie de pecado original? No lo sé; lo que sí sé es que, a día de hoy, hasta los perros tienen quienes los defiendan, y por estas personas nadie mueve un dedo y, que yo sepa, no se ha muerto nadie de vergüenza.

José Luis Viñuales Echeverría. Correo electrónico


Un ejemplo de luz

Leyendo esta sección me entero de que al bueno de Juan José Osácar no le han renovado, a sus 93 años, el carné de conducir, cosa que acusa por lo repentina. Consciente de su, gracias a Dios, paulatino declive, se resiste, sin embargo, a dejar de hacer las cosas que, mejor que muchos, aún puede hacer, dándonos otra estupenda lección de vida a quienes hemos tenido la suerte de tropezarnos con él. En mi caso fue hace más de cuatro décadas cuando empecé en los scouts, porque era el padre de una compañera y, desde entonces, el roce con él, su mujer e hijos trajo el cariño, uno sobrio y sin aspavientos, pero auténtico y muy castellano, con toda la familia. He leído sus cuentos, le guardo las cartas que le publican en el Heraldo de Aragón, y he disfrutado con sus dos libros, en los que despliega lo mejor de su mucha hombría de bien. Y esta, por ahora, última misiva suya me hace pensar en esos faros cuya luz protectora no debiera extinguirse nunca, y me anima a seguir su ejemplo y hacer yo otro tanto.

Andrés Horno Goicoechea. Zaragoza


LA CARTA DE LA SEMANA

Amor 'pinball'

texto alternativo

+ ¿Por qué la he elegido?

Por ser capaz de ver lo que una imagen cotidiana tiene detrás para interpelarnos.

Hace unas semanas presencié una escena en el autobús, en torno a las siete de la tarde. Una niña 'bien' de menos de 10 años y 'la chica', ambas uniformadas, volvían a casa de clase de natación. La niña abrazaba a su 'cuidadora' y esta le devolvía el cariño, puesta la mente en otras personas. «Mamá, ¿cuánto llevas con la niña?». «Cuatro años». «El tiempo que has estado sin mí». Imagino los pensamientos de la asistenta y la conversación con alguno de sus hijos y pienso en el amor pinball, que llega a unos para rebotar y tocar a otros. De unos padres en Madrid que contratan a alguien para atender a sus hijos. De unas mujeres atendiendo a los hijos de otros para dar lo mejor a los suyos. Y, mientras tanto, los hijos de unos y los hijos de los otros, de los dos lados del Atlántico, haciéndose las mismas preguntas. ¿Dónde están? ¿Por qué no vienen a buscarme? Los siento lejos… Hasta hacerse adultos y entenderlos, perdonarlos y quererlos. Y acabar igual: imitándolos.

Alicia M. Correo electrónico