Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
IDEAL
Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.
Miércoles, 25 de abril 2018, 13:48
Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.
Compartir
Mi memoria es limitada en el tiempo, pero aún recuerdo aquella etapa en la que la UD Almería era un equipo de la Liga de Fútbol Profesional que tantas alegrías nos dio. Recuerdo jugadores como Diego Alves, Negredo, Piatti, Soriano, Crusat, Melo, Ortiz, Corona, Uche, Chico, Acasiete (este último en especial porque cada vez que metía un gol nos llamaban de un periódico de Perú para que les contásemos cómo había sido el gol y les diéramos alguna foto)… y tantos otros. Y buenos entrenadores que luego han triunfado como Unai Emery, Hugo Sánchez, Gracia… Eran tiempos en los que ir al campo era una alegría porque veías buen fútbol y buenos jugadores con los que Alfonso García, el dueño del club que consiguió poner al Almería en lo más alto, hacía caja un año sí y un año también. Era un club trampolín al que llegaban jugadores que al cabo de poco tiempo salían disparados a lo más alto. Eran buenos tiempos.
Luego llegó el devenir del club, pero en los buenos y en los malos tiempos siempre había unos miles de aficionados que semana tras semana acudían al campo a ver a su equipo. Unos miles de personas y nada más, porque, curiosamente, este club tiene más abonados que aficionados acuden al campo, algo que no creo que ocurra en ningún otro club, pero eso es otra historia.
Los dirigentes de la UD Almería han cometido muchos errores. Uno de ellos no implicarse con esta ciudad en nada. Por fin hoy hay una fundación con un cometido difícil de visualizar, pero hasta ahora no existía. Unos dirigentes que no han buscado la complicidad de la ciudad en ningún momento y que han perdurado en el tiempo sin ilusión, sin ganas y, supongo yo, que con el objetivo de recuperar el dinero invertido, algo legítimo por otra parte. Los dirigentes del Almería no han vivido la ciudad y la provincia y no han participado de ella a lo largo de todos estos años y cuando la UD Almería debería ser un referente en muchos ámbitos no ha pasado de ser una anécdota. Han estado ausentes.
La afición del Almería es una afición complicada. Una afición que las más de las veces acude al campo con la mente más puesta en lo que hará el Barcelona o el Madrid. Que anima a su manera, que come pipas como si no hubiera un mañana y que por lo general es complaciente con los jugadores, con los técnicos y con sus dirigentes. Pero esos pocos miles de fieles sí van al campo, y van semana tras semana. Por eso no deja de ser un menosprecio a esos pocos miles que al final de temporada y para salvar los muebles se regalen entradas a colectivos o se vendan a uno, dos o tres euros. Porque los que van a esos partidos no les importa la UD Almería en absoluto. Van al campo a pasar la tarde como quien va al centro comercial y eso no ayuda al equipo. Eso sí, al final del encuentro dictan sentencia y se permiten el lujo de pitar o aplaudir como si fueran parte del sufrimiento o la alegría de este fútbol. Ayudaría más concentrar a esos aficionados fieles en uno de los fondos y en tribuna y colocar en el resto de campo vacío lonas con la fotografía de un graderío lleno de gente y que la megafonía haga el resto.
Y lo que ya no se entiende es el papelón de Lucas Alcaraz. Llegó al Almería en noviembre encabezando el proyecto de futuro más efímero que se haya visto nunca. Pero más allá de que abandone el barco antes que nadie y de manera sorpresiva lo que su actitud plantea es un montón de dudas, pero una de ellas por encima de las demás. Es decir, nadie duda de que Lucas Alcaraz tiene un prestigio y un currículo importante. En este sentido es mejor abandonar a un equipo en Segunda División y pasar a la historia del fútbol como un entrenador que se fue antes de tiempo que pasar a los anales del club y del mundo futbolístico como el entrenador que descendió a la UD Almeria a Segunda División B. Así pues, Alcaraz salva sus muebles y su honra y se va tranquilo sabiendo que el año próximo volverá a entrenar a otro club. Así las cosas, si el propio entrenador no confía en su equipo y opta por irse ¿qué nos queda por hacer?
Poco o nada, pero de lo que sí estoy seguro es de que esos miles de aficionados que han estado siempre con el club lo volverán a estar en la última jornada se mantenga o pierda la categoría. Y junto a ellos los otros que irán a comer pipas al estadio por el módico precio de 1, 2 ó 3 euros. Y Alcaraz viéndolo en la tele y seguramente el presidente, Alfonso García, siguiendo el partido parapetado en Águilas como lo ha hecho en numerosas, demasiadas, ocasiones.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
El cántabro que inventó la Vuelta
El Diario Montañés
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
El mapa de los restaurantes con estrella Michelin por provincias
Sara I. Belled y Álex Sánchez
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.