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Empate, un mal menor

Fernando Soriano pasea pensativo con su equipo técnico detrás y algunos jugadores de la plantilla realizando estiramientos en el suelo. / Juanjo Aguilera
  • El Lugo puso peligro, el Almería trabajo defensivo. Para ganar hace falta algo más

El que más y el que menos, algunos todos los días, suelen (solemos) poner el despertador para que sea un primer aviso. Que no el definitivo. Ya ahí se va 'jugando' con el tiempo. Unos lo ponen para que la repetición de la señal de levantarse sea a los cinco minutos. Otros a los diez. Los hay que cambian la hora directamente. Por un error de la noche anterior o por haber recibido alguna notificación. Porque los hay que mandan mensajes hasta de madrugada. Sea lo que sea, hay que repetir la misma situación pasados los minutos 'pactados' con el reloj o el móvil. Así hasta las veces que se estime oportuno y ya se haga caso a la indicación de que morfeo debe quedarse y esperar hasta otra ocasión. Siempre con la sensación de que se apura, que queda menos tiempo para hacer todo lo que se debe antes de poder salir y afrontar la realidad. Pero puede ocurrir (con más frecuencia de lo que se reconoce) que por un descuido, porque la alarma ya no da más repeticiones, porque se ha apagado entre sueños pensando que se ha dado al botón correcto o porque, directamente, uno se queda dormido, que al final hay que hacer todo (lo que se pueda) con más prisas de las necesarias que si se hubiese uno levantado en la primera señal de alarma. Y aquí es cuando llegan las excusas. Verdaderas o falsas. Pero excusas al fin y al cabo que no hacer más que generar más tensión y que la jornada ya empiece dando ventaja al resto.

En la UDA se decía que el retrasar el reloj hasta casi llegar fuera de tiempo a lo mínimo exigible (permanencia) ya se había hecho el curso pasado. Que en esta ocasión habían aprendido de los errores pasados y que estaban despiertos, incluso, antes de que sonase el despertador para iniciar la Liga 1l2l3 ante el Cádiz con toda la ropa preparada y de la mejor manera posible. Agua. No fue a la primera. Tampoco a la segunda. A la tercera se hizo el amago de levantarse, pero se vio que lo único que sucedió fue que se quedaron sentados en la cama. Se volvieron a dormir. Ocurrió en los últimos minutos en Montilivi. Cuando el Girona les empató y estuvo cerca de dejar los tres puntos en tierras catalanas. Al menos, en esa ocasión, arañaron un punto.

Lo parecía...

Parecía que habían despertado tras el primer nuevo toque de atención. Cuatro puntos de seis posibles, pese a que los merecimientos no eran para tanto, eran el mejor despertador posible. De nuevo, agua. Aunque ese elemento líquido hubiese venido bien como contraste a que no hacían caso a las llamadas de alerta. Pero no se produjo y derrota ante el Tenerife. El técnico rojiblanco dijo que fue «una derrota justa». No hubo que explicar mucho más. Menos merecimientos que el rival y ni la excusa de la mala suerte (el despertador que se para sin querer) no sirvió.

Era el inicio de una serie de tres partidos en seis días que acaba hoy. Con la visita de un Lugo que mete miedo en las últimas jornadas. Sobre si se ve que ganó en Elche 0-3 en su salida anterior. Suman tres triunfos seguidos y el plantel de Luis César Sampedro se ha colocado como segundo clasificado. Solamente el Levante logra ser el único que los ve por encima. No sabe lo que es perder. Tres victorias y otros tantos empates. Para ser el máximo goleador de la categoría. Habiendo conseguido ocho tantos en tres desplazamientos. Números que ni los más optimistas en tierras lucenses se podrían imaginar en este inicio liguero.

Pero entre uno y otro encuentro, en el caso de la UDA, llegó la gota que tiene que haber colmado el vaso. Sobre todo para no pensar que el recipiente todavía tiene más capacidad de aguante. Porque si lo es, el que puede no tenerlo es el presidente de la entidad almeriense. Aunque mantenga, pase lo que pase hoy, la confianza en Fernando Soriano, no sería la primera vez que toma la decisión del cambio de rumbo a la séptima jornada. Ya lo hizo hace un año cuando, tras empatar ante el Tenerife, determinó que el tiempo de Sergi Barjuan ya se había acabado. Después se arrepintió de lo hecho (reconocido por el dueño del club), pero lo hizo. Quizás ese pensamiento de que no actuó correctamente haga, en caso de varapalo esta tarde, que no cambie de inquilino en el banquillo. Pero conociendo la trayectoria de García, todo puede pasar.

Pero no

Para que no pase nada, el triunfo de la UDA es el único camino. Para que el propietario no tenga que señalar a los jugadores y decirles que han tenido una falta de respeto (alguno de ellos) hacia el club y la afición. La que fue en un número superior a los 300 a la vieja Condomina para ver a un 'no equipo'. A futbolistas que bajaron muy pronto los brazos, por definirlo de manera suave. Alfonso García, por su parte, no escatimó en calificativos sobre lo que vivió. Pocos seguidores lo hubieran dicho con tanta dureza. Sus palabras, como otras veces, deberían ser motivo suficiente para que la alarma no fuese hoy ni necesaria. De no verse reflejado en el terreno de juego, se gane o se pierda, un cambio radical de la manera en la que afrontan el choque, con la intensidad que requiere esta categoría y que, solamente, ha estado en contadas ocasiones en estas seis jornadas ya transcurridas, habrá que ver la reacción del único que toma decisiones en la UDA.

Hace un año prefirió cambiar de entrenadores hasta en tres ocasiones antes que 'tocar' a la plantilla. Fue un error. Cierto que no se puede fichar hasta el mes de enero. Pero no es menos cierto que, por un mal consejo, prefirió mantener a Fatau cuando Joan Carrillo y la mayoría del plantel no querían ni verlo. Llegó Gorosito y dijo que era imprescindible. Algo que, por lo dicho por parte de Alfonso García, ahora no sucedería. De ahí que, si hay una tercera hecatombe en la UDA en forma de muy mal partido, no sería de extrañar que el empresario determinase que el que pagase los platos rotos sería algún componente del vestuario y que ya estaba el pasado ejercicio. Al menos, criticó a alguno que ha estado más pendiente de poder salir que de hacer una buena pretemporada, aunque su nombre no haya salido tanto en prensa como el de otro compañero (Quique González) que sí vuelve a estar 'operativo'.

Equipo y señalados

Tras todo lo dicho, y habiendo jugado de inicio hasta 16 jugadores diferentes en los dos últimos encuentros, el equipo que ponga hoy en liza Fernando Soriano es más incógnita que nunca. Muy pocos se han ganado repetir, pero será complicado hacer una revolución completa. Porque los que no han saltado de titulares contra el Tenerife y/o UCAM será porque no están mejor que sus compañeros. Y si se quita a un par, por ejemplo, sería señalarlos, cuando todos fallaron de manera estrepitosa. Eso sí, se debe parecer más al que jugó contra el cuadro tinerfeño, hace seis días, que ante los murcianos. Porque el 'experimento' no le salió bien. Y porque la sala de máquinas debe estar más poblada que en la Condomina.

Y de los gallegos, el segundo puesto que ostentan, los ocho goles marcados a domicilio en tres partidos y la ola positiva en la que están subidos hace que Luis César Sampedro tema más a la posible reacción del Almería que a lo que su equipo pueda ofrecer de 'malo' por el exceso de euforia. Unos tanto y otros...

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