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JULIO PIÑERO
Sábado, 13 de diciembre 2014, 23:53
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El Granada B CF logró desterrar al fin su mala dinámica en casa y ganó en el Nuevo Los Cármenes dos meses después. Fue superior a su rival, sobre todo en la segunda parte. No fue lo mismo la película para la UD Almería B, que pagó las distracciones de la semana, con el relevo en el banquillo del primer equipo, y se fue diluyendo con el paso de los minutos. El equipo de Miguel Rivera perdió fuelle tras encajar el primer gol de los locales y no supo cómo frenar a un rival que le superó en el apartado físico y técnico.
El equipo dirigido por Joseba Aguado necesitaba la victoria para recuperar confianza. Acumulaba ya un mes sin conseguirla y eso había generado algunas dudas. Pero esta vez sí estuvo a mayor nivel, maduró el partido para sus intereses. Todo lo contrario le sucedió al Almería, que comenzó mejor, mandó en el primer cuarto de hora, pero poco a poco fue cediendo terreno, hasta que se desmoronó tras el descanso y con dos goles en contra perdió toda la convicción.
Resolutivo
El extremo chileno Cristian Bravo volvió a demostrar su capacidad realizadora. Transformó un penalti cometido sobre Wilson Cuero para abrir la cuenta, y después aprovechó una gran acción ofensiva para aprovechar la indecisión de la zaga visitante para despejar, y llevar el segundo al marcador. A raíz del segundo tanto llegaron muy buenos minutos de los locales, que hasta pudieron ampliar la cuenta.
El Almería B salió más entonado y fue el que llevó la iniciativa en el comienzo. Iván Sánchez estuvo a punto de marcar, al lanzar una falta ajustada, que dio en el palo izquierdo de la portería defendida por Dimitrievski. Continuó con el mando el filial almeriense y el siguiente que lo intentó fue Hicham. Lanzó desde lejos y tuvo que intervenir de nuevo el portero macedonio. Al equipo de Joseba Aguado le costó mucho al principio y no se sintió cómodo.
Miguel Rivera se sentó en el banquillo de la UD Almería B, menos de veinticuatro horas después de haber dirigido al primer equipo frente al Real Madrid. El técnico malagueño llevó a cabo su ritual. Estuvo en las dos porterías del Nuevo Los Cármenes y besó las estampas de la Virgen del Rocío. Ya lo hizo también el día anterior en el Estadio de los Juegos Mediterráneos. Es una de sus costumbres antes de los partidos.
Carlos Selfa y Joaquín se impusieron por momentos a Sulayman y Uche, en el centro del campo, lo que provocó pérdidas en las filas locales a la hora de sacar el balón y rápidas transiciones en el cuadro visitante. El benadujense Antonio Puertas -el año pasado en el Granada B- trató de hacer de las suyas en varias acciones, aunque estuvo muy vigilado tanto por Morante como por Marcelo, para evitar que creara más peligro.
Lo intentó Puertas después. No pudo armar la pierna para conectar el disparo y rechazó la defensa local. Hsata pasada la media hora no llegó la opción más clara para el Granda B. Fue por medio de una acción a balón parado. Cristian Bravo tiró desde lejos una falta y casi marca. Después falló Gianfranco, pero no lo supo aprovechar el propio jugador chileno, que se entretuvo algo para disparar.
Cambio de panorama
Tras el descanso la historia cambió por completo. Fue a raíz del penalti que cometió el ghanés Akrong sobre Wilson Cuero. La pena máxima la transformó Cristian Bravo para poner por delante a los suyos. Salió Nico en el conjunto local y eso ayudó a revolucionar más el juego de ataque. Con el motrileño sobre el terreno de juego llegó un juego más combinativo y de velocidad de los granadinistas. Pese a todo, Iván Sánchez lo intentó de nuevo a balón parado, pero no marcó. Nico se intercambió de banda con Cristian Bravo y eso desconectó más al Almería B.
El chileno anotó el segundo y casi ahí quedó sentenciado el encuentro. Miguel Rivera decidió dar entrada a Rubén e Iván Pérez, pero no cambió en nada el desarrollo del encuentro. El Granada B se acrecentó y controló por completo el juego. Se mostró aún más superior y no pasó por ningún apuro atrás. Fue el filial granadino el que pudo hacer más daño aún ante un Almería B desconcertado y sin respuesta para reaccionar. Al final fue expulsado Akrong, víctima de esa desesperación.
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